El tiempo como construcción mental en Borges"
En El milagro secreto, Borges nos propone una mirada inquietante sobre la naturaleza del tiempo y su vínculo con la mente humana. El cuento gira en torno a Hladik, un escritor condenado a muerte, cuya ejecución se detiene en un momento suspendido que solo él percibe. Esta experiencia subjetiva del tiempo pone en duda su objetividad: ¿el tiempo realmente transcurre si no hay un sujeto que lo viva?
La suspensión del instante se convierte en una especie de laberinto temporal donde Hladik puede completar su obra. Borges juega con la paradoja: el mundo exterior se congela, pero el pensamiento sigue fluyendo. De esta forma, el autor sugiere que el tiempo no es una línea uniforme y universal, sino algo relativo, maleable e íntimamente ligado a la conciencia.
Los espacios físicos también cumplen una función simbólica. La biblioteca, la celda, y la torre del reloj aparecen como escenarios cerrados, casi oníricos, donde el tiempo se pliega sobre sí mismo. En lugar de avanzar, se detiene o se multiplica. Esos espacios no tienen una función realista, sino que operan como mecanismos para explorar cómo la mente percibe la duración y el instante.
El cuento puede leerse entonces como una exploración sobre el poder del pensamiento frente a la realidad material. Si bien Hladik está físicamente condenado, su mente logra crear, resistir y expandir un instante hasta hacerlo eterno. En ese sentido, Borges sugiere que la conciencia puede alterar las leyes físicas tal como las entendemos, y que la libertad más profunda no es externa, sino interna.
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